Enrique Gallego Granero
Doctor en psicología de la comunicación y el cambio.
Experto en psicología social, investigación cualitativa y conflicto.
Profesor asociado de Psicología Social Aplicada, Análisis de la violencia en los medios de comunicación, Intervención en violencia social y Psicología de la mediación de conflictos.
CAMBIOS EN EL DESARROLLO DE LA IDENTIDAD PERSONAL Y SOCIAL POR LOS PATRONES DE ÉXITO PROMOVIDOS POR LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EL CINE.
Es algo incontestable que los medios de comunicación y el cine influyen notablemente en los procesos psicosociales que la población desarrolla. En los 90, todos queríamos un chándal luminiscente porque nos parecía que llevándolo podríamos transmitir la misma chulería que Will Smith en “El príncipe de Bel-Air”, y por supuesto íbamos transmitiendo una capacidades de independencia y valía para ir acorde a lo que ciertos anuncios y series mostraban de los adolescentes: que éramos jóvenes pero “sobradamente preparados”; en los 2000 parecía que ser “ni-ni” pero ganarte bien la vida te hacía más interesante, y claro, había que llevar por bandera cosas como el “yo soy así, y a quien no le guste que no mire”, tal y como ciertos concursantes de Gran Hermano o ex flirteos de algunos famosos enarbolaban por los platós de televisión. Además, con los inicios de las películas de Marvel y las aventuras testosterónicas de Dwayne Johnson y Vin Diesel, nos dejaban claro que un hombre de verdad debe ser una roca y, si llora, que sea a escondidas, pues para el exterior ya está muy ocupado en ser duro, de formas rudas (a veces, violentas) y macho, mientras que la mujer que no fuese monísima, listísima y sexy hasta recién levantada, no tenía cabida ni para esos hombres ni para la sociedad. Y, en estos últimos años, muchos adolescentes lo tienen claro: siguiendo la biblia de la juventud que para algunos representan programas como “Mujeres y hombres y viceversa”, ¿para qué necesito estudiar? ¿para ganar mil euros al mes? Ese esfuerzo no merece la pena, prefiero ponerme guapa o cachas, ir a la tele, bailar reggeaton con Omar Montes e Isa P, y vivir de lujo. Eso sí, a toda costa, así que insultos, violencia verbal e historias rocambolescas que a veces y a algunos hieren la sensibilidad, ¡bienvenidas sean!
Y yo me pregunto: ¿dónde queda la motivación de logro, el esfuerzo de luchar por lo que necesitas (que no es tanto querer como necesitar)?.
La televisión y los medios de comunicación son, tal y como ya decía Barker (2003), una maquinaria proliferadora y globalizada que construye identidades, y a su vez, esas identidades creadas reconstruyen después los medios. Ahora bien, la normalización de ciertas actitudes, aptitudes, ideas y conductas, ¿favorecen o disminuyen la violencia? No parece que haya una respuesta simple y clara, ya que existen muchos otros factores intervinientes... el cine, las redes y la tele meten baza, pero no son los máximos culpables de nada, pues no olvidemos que son las personas quienes hacen los medios, al fin y al cabo.
Tal y como afirmaba Sánchez Noriega, profesor experto en la seducción de los medios, la capacidad de reflexión y análisis de las personas se ve mermada por ciertos procesos del mundo televisivo, mediático y digital; lo visceral se asienta con más fuerza que lo racional, y entre lo visceral recordemos que está la agresividad. Ni darle rienda suelta ni reprimirla al extremo son opciones adaptativas a tener en cuenta, bajo mi humilde opinión. Y entonces, ¿por qué nos cuesta tanto caminar en esa escala de grises que existe entre el blanco y el negro? ¿por qué nos es tan difícil hacerlo de manera adaptativa? Nada es bueno o malo en sí mismo, todo depende del uso y los significados que extraigamos de ello. Lo curioso es ver el círculo férreo y monógamo que se establece entre los patrones que van conformando los medios, y las tendencias en el comportamiento y la violencia de la sociedad, influyéndose sin parar mutuamente. En los niveles y los detalles quizás esté la diferencia, pero claro, eso nos dejaría sin hacer aseveraciones que parezcan sentar cátedra, el sí porque sí.
En la variedad, la apertura y la reflexión constructiva está la salida. La dicotomía blanco-negro está demodé, y la violencia en los medios debe estar en base a patrones de significación adaptativos y constructivos, pues al igual que a algunos el lenguaje informático les resulta coser y cantar, a mí por ejemplo me genera ansiedad y frustración... no todo sienta igual a todos ni se le atribuye el mismo significado. En mi caso, me quedaré con ese chándal fosforito para estar en casa, haré bromas sobre las gañanerías de Dwayne Johnson cuando mi pareja se obnubile con sus películas y, aunque me ría de Omar Montes, me seguiré poniendo su canción al hacer bicicleta. Mi identidad, con muchas concepciones de violencia y diversas atribuciones y consideraciones de ella, según de lo que hablemos.
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