Daniel Berciano Jiménez

A lo largo de los últimos meses, la incertidumbre se ha apoderado de nosotros y nos ha sumergido, a la práctica totalidad de la población, en una espiral de tensión, desafección y pesimismo de la que no sabemos cómo seremos capaces de salir. La realidad no es otra que ese reflejo de sentimientos que la misma nos suscita. Los casos particulares son los que determinan la pesadez que cada uno debe cargar sobre sus hombros, sin saber hasta cuándo y cuánto más.
Los estudiantes tal vez sean uno de los segmentos poblacionales más afectados por esta crisis, la cual ha sido capaz de desnudar incluso a aquellos estados que creíamos incuestionables. Al parecer, más de uno decidió construir su casa de madera en vez de forjar unos sólidos cimientos que sirvieran como escudo para contratiempos de este calibre.
El parche de la docencia online ha sido el recurso, bajo mi punto de vista, más acertado que podían utilizar las universidades y el resto de estamentos formativos. Incompleto en la mayoría de casos, pero suficiente para permitir a los alumnos poner punto y final a una segunda mitad del curso inconcebible tres meses atrás.
Para quienes simplemente tengan que encarar el siguiente curso como un año más dentro de su especialidad o nivel formativo, no supone un verdadero problema. Sencillamente, tendrán que limitarse a acatar aquellas decisiones que el Gobierno determine para paliar de la forma más eficaz posible los escollos que vayan encontrándose.
No sucederá lo mismo para quienes tengan que dar comienzo a una nueva etapa, ya sea para iniciarse en el mercado laboral o para proseguir con estudios superiores. La preocupación de los estudiantes no recae únicamente en lo académico, que también, sino en todo lo que ello conlleva. Desde encontrar piso hasta poder desarrollar su día a día con normalidad sin que esto afecte a su progresión académica.
Para ahondar en la cuestión, y sin intención alguna de generalizar, jóvenes cuya situación se encuentra bajo los márgenes tratados en las líneas anteriores, han colaborado con nosotros compartiendo su experiencia a lo largo de las últimas semanas y su perspectiva de cara a los meses venideros, en especial una vez comience el próximo curso escolar.
José Ignacio Gil (22 años) es un joven graduado en Comunicación y Periodismo que finalizará sus estudios de posgrado el próximo mes de septiembre. Durante el vigente curso, residió en Preston, Gran Bretaña, donde ha estado estudiando MA Scriptwriting en la University of Central Lancashire, hasta su regreso provocado por la situación de alerta sanitaria. Nacho es consciente de las dificultades que va a encontrarse de ahora en adelante, pero su principal objetivo es finalizar sus estudios y buscar trabajo en la ciudad británica. Pese a la situación de excepción en la que nos encontramos, no se plantea regresar a España salvo que se le presente una razonable oferta laboral que le permita desarrollar su vida con normalidad. Tal como él asegura, encontrar trabajo en el campo del audiovisual ya es complicado de por sí, como para que situaciones extraordinarias hagan aún más difícil tal tarea.
Un antiguo compañero suyo de instituto y de grado, Ferrán Capdevila (23 años), se encuentra en una situación un tanto similar. Ferrán finalizó sus estudios en 2019 y está trabajando en la radio local de un pequeño pueblo leridano. Su pasión por el deporte le ha llevado a plantearse proseguir con su formación en Barcelona, donde ha sido aceptado en la Universidad Blanquerna. Pese a la confirmación de su solicitud en el Máster en Comunicación Deportiva, la inestable situación en la que nos encontramos y la poca capacidad de planificación a medio y largo plazo se antojan como verdaderos problemas de cara al siguiente curso. Nos ha comentado que es una situación complicada, pero que en la medida de lo posible intentará aprovechar al máximo las clases, conocer gente y buscar nuevas ofertas de futuro.
Laia Masdeu (23 años) también ha sido aceptada recientemente en una universidad de la ciudad condal. Esta joven, procedente de una pequeña localidad tarraconense llamada Alcover, ha estado trabajando este último año en la Agencia OMA. Con la intención de proseguir con su formación, el año que viene, si la situación se lo permite, estudiará en la EAE Business School el Máster en Dirección de Comunicación Corporativa. Los paralelismos con Ferrán son más que evidentes: ciudad nueva, primer año de estudios de posgrado e interés por culminar el siguiente nivel formativo con vistas a mejorar sus posibilidades laborales. Laia nos asegura que espera comenzar el próximo curso escolar con normalidad, o al menos de una forma que le permita superar los conocimientos que se imparten. Sus expectativas del máster son muy positivas y espera que la situación le afecte lo menos posible.
También en Barcelona se encuentra Albert Pon (22 años) desde hace 5 años. Entre los años 2015 y 2019, Albert cursó el grado de Economía en la Universidad Pompeu Fabra. Desde que finalizó sus estudios universitarios hasta el comienzo de la pandemia, estuvo trabajando en Minsait, colaborando en diferentes proyectos a nivel internacional. Pocos días antes de decretarse el estado de alarma, decidió poner fin al contrato vigente con la empresa para dar comienzo a una nueva etapa en otra entidad, pero el confinamiento no le permitió formalizar el nuevo vínculo. Sus expectativas no se ven truncadas por la situación, pues confía plenamente en su formación y capacidades laborales. La única incógnita en la que pone especial énfasis es en cuándo se recuperará la normalidad económica y laboral en el Estado español. El joven leridano espera recuperar su actividad laboral a partir del siguiente mes de septiembre, ya sea en la empresa que tenía previsto contratarle o en otra entidad de su interés.
Al otro lado del Atlántico, en el municipio de Metepec, Estado de México, reside María Isabel Popoca (31 años). Ella es diseñadora gráfica y actualmente está realizando el Doctorado de Diseño en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Autónoma del Estado de México. La primera parte del aún vigente curso, la pasó en Madrid asistiendo a diferentes materias del Máster en Comunicación Social, las cuales contribuyeron al desarrollo de su tesis. Actualmente, se encuentra en el último tramo de su proyecto y su intención es entregarlo lo antes posible con vistas a poder graduarse el próximo mes de noviembre. Hasta entonces, su labor es clara, según nos ha comentado. Será a partir de ese momento cuando deberá decidir qué camino decide escoger. A priori, el mundo de la investigación y la docencia universitaria serán los marcos por donde prosiga, sin dejar a un lado el diseño de identidad visual, siempre y cuando la situación actual se lo permita. A pesar de las dificultades que se avecinan, Isabel se muestra esperanzada a corto y medio plazo. “Es necesario concebir este momento como una oportunidad para hacer cambios en nosotros, para actuar, ser más participativos, solidarios y de esta manera contribuir a la sociedad”, concluyó.
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