Autora: Ying Xie
Con el avance de la ciencia y la tecnología en la actualidad, la gente está descuidando cada vez más el poder que nos brindan las palabras. La vida del ritmo acelerado hace que no tengamos tiempo para calmarnos a leer un libro. Los nuevos medios aprovechan esta oportunidad para penetrar en la vida, al mismo tiempo, los símbolos audiovisuales ocupan así el lugar principal en nuestro entretenimiento cotidiano. Se debe admitir que el texto tiene una desventaja manifiesta en comparación con los símbolos audiovisuales: la lectura no es tan específica e intuitiva como los símbolos audiovisuales y, a veces, se cuesta mucho a entender. Además, lo que se necesita ahora es un pasatiempo rápido y fácil para aliviar la presión diaria, no la forma que parece haber sido abandonada por los tiempos.
Es cierto que obtenemos todo tipo de información de móviles, televisiones y las plataformas sociales, pero la mayoría de la cual es inválida: muchas noticias divertidas e informaciones falsas inundan nuestra vida. Como mencionó Neil Postman en el libro Divertirse hasta morir: “no importa qué representa, ni cuál es el punto de vista, la presunción general es que está allí para nuestro entretenimiento y placer.” (Postman, 2001) No cabe duda de que se trata de una tendencia irreversible, la época dorada de la comunicación textual ya ha pasado después de la aparición de los símbolos audiovisuales. La difusión sonora y de video facilita el proceso de adquisición y comprensión de información, pero debilita bastante el pensamiento y la capacidad de reflexión. Esta es también la razón por la que se debe enfatizar la importancia de la lectura: la lectura nos aporta mucho más que eso.
En realidad, el significado de la lectura mencionada anterior se refiere a una definición limitada. Se indica principalmente la lectura de obras literarias. El texto propio es un soporte de obras, que se produce la estética y nos proporciona el consuelo. Tal vez algunas personas piensen que estos sentidos también pueden obtener a través de las películas, las series o las músicas, etc. De modo que no es imprescindible tardar tanto tiempo para leer las palabras. No obstante, estos sentimientos internos que trae la literatura contienen más indirectas, así que se necesita un largo tiempo pensarlo bien, por lo tanto, las palabras se quedarán en la memoria más duradero que el impacto provocado por el visual y auditivo.
La lectura es la expresión de la belleza, o sea, es el producto que expresa emociones de una manera estética. No puede recompensar a ninguna persona que se haya sacrificado por los demás, tampoco castigar a ningún criminal vicioso, ni siquiera mantenerse. No obstante, la lectura probablemente permitiría ayudar a la humanidad a construir una idea, la que satisfaga las necesidades de la existencia humana, la que hace que la gente se distinga de los animales, pero esto es invisible.
Aunque vivimos en el ambiente que dominan los nuevos medios, no es de ninguna manera un acto superfluo animar a todos a reconocer la importancia de la lectura y recuperar el hábito de leer. El pensamiento no se forma a través de las actividades divertidas, y sin duda los seres humanos deben aprender reflexionar. Nuestra época valora la voz del sujeto, no la sin criterio propio.
Referencia:
Postman N. (2001): Divertirse hasta morir. Barcelona, Liberdúplex.
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