Sara Parra Ferreras

El mate se ha convertido en una de las señas de identidad de la cultura argentina. El mate es el recipiente donde se toma la bebida que se elabora con la yerba mate, procedente de un árbol nativo de la Selva Paranaense. Argentina es el principal productor y exportador del mundo, llegando en 2019 a exportar 837 millones de kg, quedando por encima de Brasil. El principal destino de esas exportaciones es Siria, y China se ha convertido en el gran mercado a conquistar. En vistas de esta importante fuente económica y cultural, se torna importante conocer lo que hay detrás de su producción y comercio.
En 2014, la ONG Un Sueño para Misiones comenzó una campaña en la que pedía la colaboración ciudadana para firmar una petición que trasladarían al Congreso Nacional en torno a una Ley que certifique la yerba que se recoge sin trabajo infantil. Esta iniciativa surgió cuandores jóvenes menores de edad murieron al descarrilar el camión que los trasladaba al Yerbal de Misiones. La certificación será otorgada por universidades públicas, y esto conllevará duplicar el salario de los tareferos del país, bajo el objetivo de que, al poder acceder a salarios dignos, puedan proporcionar educación a sus hijos, un mejor entorno, y, en definitiva, una mejor calidad de vida.
La compañía Posibl. realizó un documental en el que se da a conocer la situación de los cosechadores de yerba mate, con la colaboración de la ONG que comenzó la campaña. En el transcurso de las imágenes puede verse la extrema pobreza en la que viven las familias que trabajan estos campos. Cuenta con las declaraciones de numerosas familias que afirman que sus hijos y los niños que allí viven comienzan a trabajar como tareferos desde una edad muy temprana. Además, cuentan como los accidentes son frecuentes en los campos, y hacen alusión a la muerte de un bebé, arrollado por una máquina, al que sus padres se vieron obligados a llevar a la plantación por no tener a nadie que pudiera ocuparse de él. El documental llegó a Cannes y supuso un gran impulso en la recogida de firmas para la petición del Proyecto Ley.
Según los datos de la Universidad de Misiones, los niños que trabajan en los yerbales comienzan a trabajar entre los cinco y los trece años. Añadiendo a estos datos que las condiciones de trabajo no son seguras y sus jornadas laborales llegan incluso a sobrepasar las 12 horas diarias.
Esta situación ha derivado en que los mayores sueños de estas familias sean acceder a una vivienda, poder dar una educación a sus hijos, y tener acceso a sanidad, algo que deberían tener asegurado, pues se trata de Derechos Humanos Universales. El trabajo infantil constituye una violación de los Derechos Humanos, y una de las bases para acabar con esta explotación es precisamente conocer los lugares y la forma en que se da, pues según los datos de Unicef, en el mundo trabajan más de 152 millones de niños y niñas.
Si deseas colaborar firmando la petición, puedes hacerlo desde aquí.
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