Autora: Mariana Pérez Neira
En diciembre de 2021 se produce un hito en la historia del comunismo y del independentismo gallego, y es que esa fecha es la de la Fundación del Partido Comunista pola República Galega (PCRG), cuyas directrices ideológicas son el comunismo, concretamente el marxismo-leninismo y el independentismo. Después de muchos años sin un Partido Comunista de referencia en Galicia, el PCRG se constituye con el objetivo de “juntar en un mismo partido a todos los comunistas gallegos que están por la independencia de Galicia y por una República Galega” (Moncho Lareu, 2022). Así, aprovechando la creación de esta nueva organización y que nos encontramos en un momento en el que parece, a simple vista, que la alternativa comunista está derrotada en Occidente, he entrevistado a Carlos Botana, militante del PCRG, para que nos dé respuesta a una serie de preguntas concernientes al movimiento comunista.
Banderas y pancartas en el Congreso Constituyente del PCRG. Galicia
Fuente: Fuente: Instagram/ @partidocrg
P.: En primer lugar, muchas gracias por concederme esta entrevista. Hay mucha gente que cree que las ideas comunistas ya están caducas y que la clase trabajadora que Marx describió poco tiene que ver con la actual. ¿Cómo se posiciona usted frente a esto?
R.: Uno de los debates más clásicos en el seno del movimiento obrero es el que enfrenta reforma y revolución. Los partidarios del reformismo creen –los honestos, obviamente– que es posible cambiar el sistema a base de parches, que mejorar las condiciones de vida de los obreros es suficiente para, de forma progresiva, alcanzar un mundo más justo. Los partidarios de la revolución creemos, como creía Marx, que la existencia de las clases es la raíz del problema. Las clases sociales no se definen por la prosperidad o la miseria en la que viven los individuos que las conforman, sino por la posición que ocupan estos en la cadena de producción. El obrero asalariado, tal y como lo definió Marx, sigue existiendo, con independencia de que no viva en condiciones tan insultantes como las del siglo XIX. Aquellos que pregonan que la clase obrera ya no existe o es minoritaria, suelen escudarse en el concepto "clase media", que alude al nivel adquisitivo y al estilo de vida, pero obvia la condición de asalariado del sujeto y su posición en la cadena de producción que, insisto, permanece inmutable. Algunos, a su vez, creen que el proletariado se compone simplemente de obreros en el sentido más clásico (albañiles, trabajadores del metal, mineros, operarios de almacén etc.) y asumen que ese tipo de profesiones están en vías de extinción en Europa, que solo sobreviven en Asia y en otros lugares que para ellos son lejanos y exóticos.
P.:¿Cómo valora el estado actual del movimiento comunista en general? ¿Y en Galicia?
R.: La segunda mitad del siglo XX es una etapa de regresión en términos teóricos y prácticos para el marxismo Occidental, proceso estrechamente relacionado con la lenta decadencia que la Unión Soviética venía experimentando desde el XX Congreso de su Partido Comunista, pero que depende de más factores. Algunas organizaciones comunistas han buscado achacar todos los fracasos a la traición de una u otra camarilla y esto no es correcto. La caída del muro y la disolución de la Unión Soviética fueron un terrible mazazo para los últimos vestigios de comunismo organizado en Europa y la vía reformista suplantó de forma definitiva al programa revolucionario en el seno de la mayor parte de los partidos, entregados por completo a la opción socialdemócrata, sustituyendo la solidez teórica del marco marxista con toda clase de propuestas más o menos pintorescas que bajo ningún concepto ponen en duda la vigencia del Estado burgués y, mucho menos, del sistema capitalista en su conjunto. En Galicia asistimos a un proceso de configuración del movimiento comunista como realidad autónoma y diferenciada del resto del Estado que comienza hace aproximadamente un siglo, cuando el nacionalismo progresista representado por el escritor Daniel Castelao y cuadros comunistas gallegos como Luís Soto o Benigno Álvarez parecen llegar a conclusiones similares simultáneamente. Hoy por hoy, parece que el comunismo gallego ha sido capaz de lograr dar una respuesta cabal a dos grandes cuestiones que están estrechamente relacionadas: resolver la problemática cuestión nacional y trazar un horizonte estratégico que conduzca a la destrucción del Estado burgués y al nacimiento del Estado obrero tal y como lo entiende Lenin. La respuesta a ambas preguntas radica en la independencia como ejercicio coordinado de internacionalismo cabal y consecuente de todos los pueblos del Estado, que da lugar al vacío de poder necesario para que la clase obrera establezca la dictadura del proletariado. Sobre esta base se ha dado un interesante reagrupamiento de los elementos revolucionarios de la sociedad gallega, tanto en el seno del PCRG como en iniciativas de mayor entidad, como la del Comunismo Galego Unido, un ejercicio de confluencia con otros contingentes (no necesariamente partidos), que avanza una unidad de acción plena del comunismo y de las clases populares gallegas.
P.:¿Cuáles cree usted que son las tareas inmediatas de los comunistas de todo el mundo? ¿Y de Galicia?
R.: La tarea obligatoria de los y de las comunistas es la toma del poder, es decir, la construcción de Estados que sustituyan, e insisto en la importancia de este término, a los Estados burgueses propios del modo de producción capitalista. El marxismo es claro en eso, el poder proletario viene a suplantar al poder burgués, no a reformarlo, ni a atenuarlo, ni a integrarse en él. Parece una obviedad pero es necesario decirlo. Partiendo de esta base, las tareas inmediatas del comunismo internacional (a excepción de aquellos países como China o Cuba donde ya se ha producido la toma del poder) es trazar una hoja de ruta, una estrategia revolucionaria, que les permita hacer confluir las luchas concretas de la sociedad en una única lucha general, siendo capaces de ver más allá de las enmiendas parciales y aspirando a una enmienda a la totalidad capaz de extirpar la miseria de raíz y de forma definitiva. Esto pasa por fortalecer las herramientas de lucha (partidos, sindicatos, etc.), afinar la teoría ajustándola a las necesidades concretas de nuestra clase en el presente sin renunciar a la base sólida del marxismo y, sobre todo, desechar cualquier tendencia folclórica o sectarismo inútil que pueda avocar al Partido a una posición marginal por ser incapaz de conectar con la sensibilidad de las masas. En Galicia las tareas concretas pasan por alcanzar la meta de un Partido Comunista Unido, consolidar la unidad de acción de nuestra clase tanto en el ámbito sindical como en otros campos y caminar hacia la construcción de sujetos políticos de mayor envergadura que nos permitan destruir los tres grandes cepos que impiden el cambio revolucionario: el Estado burgués español, la Unión Europea y la OTAN (siendo estos dos últimos herramientas de la burguesía internacional para mantener el statu quo y, en definitiva, el modo de producción capitalista).
P.:¿Por qué la liberación nacional de Galicia? ¿Hay en el Estado Español territorios que considere que deben llevar a cabo también un proceso de liberación nacional?
R.:El Estado español está construido sobre la base de la opresión nacional. El independentismo vasco ha sido probablemente la mayor amenaza a la que se ha enfrentado el Estado español en el último siglo y el independentismo catalán también ha sido bastante problemático en los últimos años. Aunque al poder y a sus lacayos más doctos no les interese admitirlo, la realidad material es la que permite la aparición de unas ideas políticas u otras, no al revés. En Estados Unidos, por ejemplo, es el modelo económico basado en la esclavitud el que da lugar a la mentalidad racista tras las leyes de segregación que sobrevivieron hasta el siglo XX. Las condiciones materiales permiten la aparición de las ideas de libertad de Martin Luther King, Malcolm X o el Partido Pantera Negra (por citar tres ejemplos dispares), pero también dan lugar a las ideas salvajes y reaccionarias del supremacismo blanco en sus diversas formas, desde el Ku Klux Klan a Richard Nixon. Nosotros entendemos la nación tal y como la definió Stalin en 1913: comunidad humana estable, históricamente formada, surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada ésta última en la comunidad de cultura. Desde esta perspectiva es indudable que existen en el Estado español otras naciones, además de la española, que no están contentas con el lugar que ocupan. La única forma de resolver este problema es mediante el ejercicio del derecho de autodeterminación que, además, conduce al colapso total del Estado burgués y abre un abanico de posibilidades de lo más interesante. Las condiciones materiales de Galicia como nación sometida también en lo económico hacen que sus reivindicaciones de carácter nacional sean indisociables de los intereses del proletariado gallego. Esto es fácil de ilustrar con un ejemplo: Galicia es uno de los territorios que más energía producen del Estado, pero no hacen más que proyectarse nuevos parques eólicos que han provocado un gran descontento entre los habitantes del rural; esto no redunda en una bajada de la factura de la luz, lo cual llega a extremos dantescos cuando vemos que grandes compañías internacionales como Alcoa pretenden clausurar nuestra industria porque no les resulta rentable producir aluminio en Galicia, lo que aboca a cientos de familias al paro y a la miseria. Y aquí no deben confundirse los objetivos: no se trata de defender los intereses de empresas internacionales como Alcoa sino de reivindicar el derecho de Galicia a disponer de una industria propia que constituya la base para la prosperidad del conjunto de su población. Obviamente, defendemos la independencia de todas las naciones sometidas del Estado: Galicia, Euskadi, Països Catalans, Canarias... Pero la independencia debe ser un ejercicio de emancipación en clave internacionalista, una vía para la hermandad de los pueblos y la construcción del socialismo, no un ejercicio de aislamiento como lo entienden los nacionalismos más reaccionarios, incluído el español (piensa ladrón que todos son de su condición).
P.: En Galicia, sigue teniendo mucha importancia dentro de la izquierda la Unión do Pobo Galego (UPG), que se definen también como comunistas. ¿Cree usted que este partido, integrado ahora en el BNG tiene un proyecto real que pueda llegar a materializar la República Socialista Galega?
R.: Sobre la consolidación del comunismo gallego tal y como lo entendemos hoy, nuestro Partido ha publicado hace poco un artículo en su revista, Embate, titulado «Un século de comunismo galego», que da una visión mucho más detallada de este tema. Por responder brevemente: la UPG nace como un intento de confluencia entre nacionalistas de tendencia progresista y comunistas gallegos conscientes de la enorme importancia de la cuestión nacional. Un sector de la organización, formado fundamentalmente por su militancia más joven (la generación de Moncho Reboiras y Pepe de Teis) apuesta por fomentar el componente de clase de la organización, fortaleciendo sus organizaciones de masas y abogando por una estructura de tipo Partido, clásica en el leninismo. Otro sector, el triunfante, prefería hacer de la UPG una organización nacionalista en el sentido más clásico: interclasismo, comprensión esencialista de la nación, etc. La muerte de Reboiras y las sucesivas purgas dan lugar a la actual UPG, cuyo proyecto es una combinación del nacionalismo más esencialista con la socialdemocracia más estéril. La historia nos enseña que ese tipo de propuesta es impotente a la hora de alcanzar la emancipación de los pueblos. Cuba, Vietnam, China o Corea se liberaron gracias al papel clave del Partido Comunista como catalizador de los intereses del pueblo, esa es la gran diferencia entre nacionalismo y comunismo, aunque en una primera impresión los discursos puedan sonar similares porque en ambos se habla de emancipación nacional. Esto no significa que en la UPG y en el BNG no militen personas honestas con una vocación verdaderamente patriótica y de clase, quizás es por esas personas por las que la UPG mantiene cierta pátina de marxismo, pues conoce bien la importancia de la clase obrera gallega.
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P.: La liberación de la mujer y la conquista real de sus derechos es aún una de las tareas pendientes en todo el mundo. ¿Da el marxismo-leninismo una respuesta a este conflicto?
R.:Si. Tanto en la teoría como en la práctica. Tenemos autoras como Aleksandra Kollontai, Nadezhda Krupskaya o Klara Zetkin. Tenemos hechos como los avances en la emancipación de la mujer experimentados en los Estados socialistas: en China, antes del triunfo de la revolución, era costumbre vendar los pies a las mujeres desde niñas, dando lugar a una dolorosa deformidad que perseguía únicamente motivos estéticos; en la Unión Soviética, la mujer pudo acceder por fin a una educación igual a la del hombre y, además, se sentaron las bases para liberarla de las cadenas del trabajo reproductivo, que hasta entonces recaía sobre ella de forma exclusiva limitándola a la condición de ama de casa y madre. Quizás Valentina Tereshkova, primera mujer en el espacio, es el símbolo más elocuente de los avances experimentados por la mujer en el socialismo. El marxismo aporta la clave esencial de considerar que la opresión de la mujer se debe a sus condiciones materiales concretas en el contexto del modo de producción en el que vive. El comunismo entiende, por tanto, la emancipación de la mujer como una cuestión de clase y no se contenta con facilitar su acceso a puestos de mayor responsabilidad en tal o cual empresa, ni pretende ocultar las problemáticas reales con discursos frívolos sobre cuestiones metafísicas, como hace el discurso liberal. El proceso de abolición de las clases conlleva también, necesariamente, la socialización del trabajo reproductivo, extrayéndolo de la esfera exclusivamente doméstica en la que se encuentra actualmente, esto contribuye a demoler la base material de la opresión de la mujer, permitiendo al género humano avanzar hacia la igualdad plena que supone el modo de producción comunista. Para esto es importante que la mujer asuma un rol de dirección tanto en el seno del Partido como en el conjunto de las luchas sociales, al frente no sólo de su propia emancipación sino de la lucha por la prosperidad del conjunto de la humanidad, pues una no puede ser sin la otra.
P.: La esfera internacional está marcada por el conflicto bélico entre Ucrania y la Federación Rusa. ¿Cuál es la postura del PCRG frente a este conflicto?
R.:La falsa revolución ocurrida en Ucrania en los años 2013 y 2014, conocida como Euromaidán, fue relatada por los medios de comunicación occidentales como la lucha de un pueblo por la democracia y la libertad, acercándose a una Unión Europea que representa esos valores y alejándose de Rusia, que desde tiempos de Iván el Terrible, pasando por Stalin, es el epítome del despotismo oriental. La realidad era muy distinta, dado que los disturbios estaban liderados, en su mayoría, por grupos ultraderechistas o directamente fascistas como Svoboda o Pravy Sektor. La rusofobia del Euromaidán era funcional a otros intereses de tipo económico, pues la estructura económica de la Ucrania europeísta iba en detrimento del modelo económico vigente en amplias zonas del Este del país que se han dado en llamar “prorrusas”, que se caracterizan por un predominio de las industrias minera y metalúrgica. Este cóctel da lugar a la escisión de las Repúblicas Populares del Este, en la región del Donbass. Es entonces, en 2014, cuando comienza el conflicto armado, y no en 2022 como se nos pretende hacer creer. Por aquel entonces tienen lugar eventos clave, como la masacre en la casa de los sindicatos de Odessa, en la que varios militantes comunistas fueron quemados vivos, o la proliferación de las organizaciones paramilitares filonazis como Batallón Tornado o el Dnipro-1, responsables de crimenes contra la humanidad, violaciones y otros delitos, como la elaboración de pornografía infantil como vía de financiación. Se ha pretendido negar todo esto alegando que Zelenski es judío, lo cual es irrisorio. En 2022, el presidente de los EEUU, Joe Biden, un individuo cuya carrera política ha estado marcada por el belicismo más fanático, comienza a presionar a la Federación Rusa con la posibilidad de que Ucrania se uniese a la OTAN y Rusia, como última opción, decide responder a las peticiones de auxilio que el Donbass realiza desde 2014. Es por esto que Rusia juega un papel antiimperialista en este conflicto. Nosotros nos solidarizamos con la Federación Rusa en su lucha contra la injerencia del imperialismo estadounidense. Además, dado que el régimen de Kiev persigue y encarcela a los militantes comunistas y considera el comunismo un delito, consideramos que su derrocamiento supone un avance para la clase obrera ucraniana, dado que en la Federación Rusa el comunismo es perfectamente legal y goza de amplia popularidad, por lo que no hay razones para pensar que, tras la caída del régimen de Kiev, la persecución de comunistas persistirá en Ucrania, con independencia de las ideas ultraconservadoras o reaccionarias que Putin pueda tener en muchos aspectos.
P.:¿Cree que la postura del partido comunista en el Estado Español de referencia, el Partido Comunista de España (PCE) ha sido la propia de un partido que se autodenomina comunista?
R.: El PCE es un partido socialdemócrata y reformista. Su programa no esboza una ruta clara hacia la conquista del poder para la clase obrera, sino que se limita a mendigar las migajas que le concede el Régimen del 78, integrándose en sus estructuras y defendiendo su agenda. Podríamos decir que actúa como disidencia controlada si no formase parte del Gobierno, pero lo peor es que ni siquiera disiente, ejerce el Poder. El PCE lleva muchos años ejerciendo como crítica espectacular del espectáculo, por emplear el término de Guy Debord: hace ruido y llama la atención sobre temas que no le importan a nadie o que tienen una importancia menor, pero en las cuestiones clave se alinea con la burguesía y defiende sus intereses. La legislación laboral y las condiciones materiales de vida de la clase obrera son de lo peor que hemos visto en años y han cerrado filas con la OTAN y el imperialismo estadounidense aprovechando la excusa que les ofrecía la operación especial rusa en Ucrania. Comunistas intachables como José Díaz, Enrique Líster, Luís Soto o Benigno Álvarez entre otros fueron miembros del PCE. Incluso en la actualidad miles de comunistas honestos y combativos siguen militando en el PCE, pero la herramienta está en un estado tan nefasto que a algunos nos resulta difícil imaginar que pueda utilizarse para arreglar nada.
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