Por Aitana Muriel:
En un mundo hiperconectado y saturado de medios de comunicación e información, como lo es hoy, la construcción de la identidad personal se ha destacado como tema de interés y preocupación. Desde la televisión y la prensa escrita hasta las redes sociales y los inflluencers digitales, los medios de comunicación han demostrado ejercer un papel crucial en la manera en que nos percibimos, tanto a nosotros mismos como al mundo que nos rodea. Es importante ser conscientes de cómo los medios moldean, sutilmente, nuestra identidad; y que son una ventana a la cultura, la política, la publicidad y las interacciones sociales que conforman nuestra identidad personal.
Victoria’s Secret es el ejemplo perfecto de una marca que ha utilizado la publicidad para promover un estándar de belleza específico que ha influido en la identidad de muchas personas, en gran parte, de mujeres. Ha sido una marca conocida por sus campañas publicitarias que presentan modelos con cuerpos delgados, altos y esculturales como el ideal de belleza. Imagen que se difunde a través de anuncios en revistas, desfiles de moda y en redes sociales y que además sugieren que al usar sus productos, las personas se pueden acercar a tal ideal.
Hoy, los medios de comunicación conforman las principales fuentes de información que reflejan la opinión pública, las creencias y estereotipos de la sociedad. Uno de los espacios más comunes y explícitos a través de los cuáles las personas hablan de ellas mismas, son las redes sociales (Instagram, Twitter, Tiktok, etc.). En ellas, se refleja quiénes somos, y se desempeña un papel importante en la forma en que definimos nuestra identidad personal.
Compartimos aspectos que hablan de nosotros, información escrita, visual, o sonora de cosas que nos gustan, que nos interesan, lo que leemos, lo que escuchamos, etc. y de ahí parte la idea de un recorrido a través del complejo universo mediático en el que construimos lo que somos, y lo que nos identifica. Como si se tratara de un diario, compartimos aquello que tiene que ver con nuestros intereses y preferencias, a medida que vamos construyendo una imagen y un relato sobre nosotros mismos.
Sin embargo, esta idea que construimos en las redes sociales, más qu
e tener que ver con lo que “somos”, tiene que ver con lo que “queremos ser”, con la imagen que queremos proyectar a los demás. Las publicaciones de influencers, a menudo incluyen fotos del “antes” y el “después”, dando a entender que la transformación sugiere un “imperfecto” a “perfecto” a través del maquillaje y la edición de fotos.
Los influencers se han convertido en los puntos de referencia culturales más significativos a nivel mundial. Además de proyectar estilos y modos de vida, se espera que estos sean imitados, lo que puede dar lugar a sentimientos de insatisfacción con la propia identidad. Más que buscar proyectar nuestra identidad verdadera, construimos la forma como queremos que los demás nos vean. La juventud se encuentra ante un “yo” inestable (Hume, 1740) con dudas de si al conformar su identidad, será aceptada por la sociedad en la que viven. A diferencia del “yo” estable (Hume, 1740), que representa la madurez para crear una identidad propia, personificando su carácter, sus gustos, tradiciones e ideas, teniendo a su disposición las redes sociales.
La entrada al mundo virtual es aceptar el “ser visto” y echar una mirada a los demás. De ahí nace la preocupación del “¿Quién soy?” y del “quiero ser como…”. La publicidad va a tomar un papel importante en la promoción de normas y de belleza idealizada. Los medios publicitarios que presentan imágenes retocadas y perfeccionadas terminan influyendo en la autoimagen y autoestima de las personas, y teniendo un impacto en la construcción de la identidad propia, principalmente en relación con la apariencia física.
Con todo, en el mundo digital en el que vivimos hoy, la búsqueda de validación a través de likes y comentarios en las publicaciones puede convertirse en una parte central de la identidad en línea de las personas. Es más, la búsqueda de validación en las redes sociales, la comparación con otros y la exposición a las imágenes de belleza idealizada, pueden afectar, tanto al autoestima como a la percepción de uno mismo.
Sería bueno reflexionar sobre los efectos de este fenómeno, en un mundo cada vez más digitalizado. Dado que se ha demostrado que la percepción de quiénes somos se basa en gran medida en las interacciones que tenemos con los medios de comunicación. Es fundamental desarrollar una consciencia crítica al consumir medios y así desvelar como ellos desafían la noción de quiénes somos y cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Lo que implicaría cuestionar las representaciones y estereotipos presentados por estos últimos, y profundizar cómo estos pueden estar influyendo en nuestra propia identidad. Y sobre todo, analizar cómo podríamos navegar en este terreno en constante evolución, pero con una perspectiva más informada.
Bibliografía
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